¿Cómo vestían los piratas? Indumentaria en alta mar. Parte 1.

Como tan a menudo nos ocurre la imagen que nos viene a la mente al hablar de piratas es de fieros marinos ataviados con parches, garfios y pañuelos de vivos colores o en su defecto de capitanes jóvenes con un deje romántico vestidos de una manera impoluta. Por si eso no fuera suficiente para terminar de distorsionar su imagen original, los pintores y artistas que decidieron plasmarlos se basaron en la indumentaria de personalidades de los siglos XVIII y XIX, pertenecientes a las tropas de los cuerpos marinos y terrestres, así como de navegantes civiles y ciertos individuos de la nobleza. Es normal que muchas de las representaciones terminaran exponiendo a “piratas” vestidos una mezcla de elementos de cada uno de estos grupos.

Aunque en ciertos casos no estuviera del todo lejos de la realidad es necesario un examen  más minucioso de los elementos más característicos para comprender por qué o por qué no eran utilizados por los asaltantes de mar.

Tiene que añadirse que un tema como es la indumentaria de dicho grupo es difícil de rastrear, ya que los testimonios que se conservan son por lo general escasos y pueden dar pie a interpretaciones e imágenes que pudieran alejarse de realidad. El hecho de no poder contar con fotografías, sino con pequeños grabados (muchos alejados de la época que tratan de plasmar) unido a la escasez de restos materiales, son otros de los inconvenientes que dificultan la investigación.

Así mismo, creer que todos los piratas que navegaron por el Océano Atlántico decidieron ponerse de acuerdo en llevar una serie de prendas determinadas, las cuales les permitiera conocerse entre sí y conseguir conformar un grupo homogéneo dista mucho de la realidad. Como es comprensible, no se puede esperar una reglamentación en torno a la vestimenta que usaron, pero no por ello impide que se observen una serie de pautas y casos comunes que ofrecen una imagen más nítida de los mismos.

Antes de comenzar debe aclararse que la mayoría de los piratas provenía de los estamentos más bajos de la sociedad y no era común que estos dispusieran de varias mudas de ropa. Es por ello que aunque en un inicio pudieran poseer ropas características de sus zonas natales o de sus antiguas profesiones, con el paso del tiempo éstas se irían desgastando y serían reemplazadas bien por otras confeccionadas en territorio americano, o por aquellas sustraídas a sus víctimas una vez muertas.

Lo cual llevaba a que miembros de la base de la sociedad de su época pudieran llegar a ir vestidos con ropas pertenecientes a nobles y personajes adinerados que hubieran caído bajo sus ataques. De este modo tras un golpe especialmente fructífero, no era raro divisar a una tripulación pirata ataviada con joyas, sedas, encajes y vistosos sombreros. Tales elementos eran perfectamente inútiles e incomodas para la vida en el mar y solían durar poco en sus manos, aunque a sabiendas de ello, no era raro que guardaran algunos para exhibir su recién adquirido nivel adquisitivo y como recordatorio de sus acciones, tanto al resto de la tripulación como a aquellos que se pudieran encontrar en tierra firme.

  • Vestimenta “básica”

El cálido clima en que los piratas actuaron llevó a que la mayoría de ellos se valieran de una ropa cómoda, que no fuera excesivamente abrigada y que les permitiera protegerse hasta cierto punto del sol. Es por ello que se optaría a menudo a realizar las tareas de a bordo con el pecho descubierto o en su defecto solían usar camisas y en caso de mal tiempo, se protegían de las inclemencias con una casaca de lana.

Respecto a las piernas solían cubrirlas con unas calzas o pantalones de marino, por lo general ambos holgados, permitiéndoles así una mayor libertad de movimientos. A su vez podían valerse de medias largas las cuales pudieron llegarles hasta las rodillas, tal y como era común entre los habitantes del viejo continente. Los fajines eran comunes y al rodear la cintura en varias vueltas, permitían guardar en sus pliegues parte de su armamento, principalmente piezas pequeñas como pistolas, cuchillos y en ocasiones excepcionales, granadas de mano.

Fajín

Fajín similar al explicado anteriormente

En cuanto al calzado, se suele pensar que llevaban las típicas botas de mosquetero, que aunque utilizadas a lo largo del siglo XVIII, no tenían cabida en un barco; para empezar esta imagen proviene de los artistas que los retrataron, los cuales se valieron como modelo de las botas de los nobles y de los ya citados mosqueteros.

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Portada de D’artagnan y los 3 mosqueteros donde pueden verse las botas típicas de su profesión.

El problema radica que estas botas están pensadas para ser utilizadas en climas más fríos, como el europeo, lo cual llevaría a hacer pasar aún más calor a los piratas dificultando y entorpeciendo sus labores. Y en segundo lugar, los tacones y la altura de las botas son utilizados para proteger a un jinete y del roce continuado con su montura, para evitar engancharse en la silla y los estribos y por último, para facilitar el control sobre el animal. Teniendo en cuenta que en los barcos pirata nadie tendría la ocurrencia de combatir a caballo, hacía que esta prenda fuera desdeñada automáticamente en caso de ser encontrada.

Botas mosquetero

Botas típicas de mosquetero

¿Qué utilizaban entonces? Zapatos típicos de su época, los cuales solían ser planos o con un pequeño tacón y generalmente se cerraban con una hebilla que podía variar en sus dimensiones. Cubrir los pies ofrecía una importante protección en combate, ya que así se evitaba pisar las astillas y restos puntiagudos de metal que invariablemente aparecían durante una pelea a bordo de un barco. De todas formas, también era común ver piratas descalzos durante los periodos de calma y mientras realizaban sus tareas en alta mar.

Respecto a la cabeza, el cubrirla con un pañuelo solía ser la opción más económica y facilitaba la realización de las tareas encaramado a los palos y las jarcias, aunque el uso de sombreros de todo tipo (de ala ancha, bicornios, tricornios, etc.) adornados con plumas y remaches también fue ampliamente aceptado entre ellos. Aunque más incómodos en combate, indicaban el estatus de su poseedor y que muy probablemente lo había obtenido tras haber acabado con su anterior dueño.

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Tricornio

  • Tópicos

Patas de palo, garfios y parches en el ojo. Esos tres elementos se han incluido tan a menudo en el imaginario actual que ya conforman una parte esencial de esta peculiar comunidad, pero ¿hasta qué punto hay de verdad en ellos? Se conoce gracias a Exquemelin que existía una indemnización determinada para aquellos que perdían miembros a lo largo de los combates, la cual podía ser tanto en dinero como en esclavos, pero sufrir un revés de este tipo hacía aún más difícil la posibilidad de ser reclutado de nuevo en una tripulación y solía implicar el final de la vida como pirata.

Perder parte de una pierna y sustituirla por una prótesis de madera no era nada nuevo, pero a ello debe añadirse que por lo general la víctima tendría que valerse de una muleta para moverse. Una carga que hacía casi imposible defenderse en combate, no digamos ya moverse con cierta rapidez; aunque es probable que algunos consiguieran ocupar algún puesto en una embarcación serían los menos. Por ello debemos comprender que las patas de palo fueron una excepción, no una regla.

Respecto al uso de garfios ocurre algo similar, perder una mano dificulta multitud de tareas que precisen de ambas, y en cuanto al combate tampoco ofrece una ventaja muy superior a estar armado con una daga de pequeñas dimensiones. El uso generalizado de este elemento proviene principalmente de la novela de Peter Pan, en donde se muestra al Capitan Hook/Garfio con tal prótesis, ello unido a su posterior puesta en pantalla por Walt Disney en 1953 conseguiría convertir a esta herramienta en un elemento inamovible dentro del ideario pirata actual.

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Hook y su omnipresente garfio

Los parches en el ojo son una parte esencial de los atuendos de los piratas, ahora bien han salido varios artículos (pobremente documentados) defendiendo que el uso de un parche de tela cubriendo un ojo era ampliamente utilizado por las tripulaciones piratas. Vamos a acercarnos al tema con algo más de detenimiento.

En primer lugar la pérdida de un ojo está incluida dentro de las posibles heridas que percibían una asignación especial tras un combate, igual que la pérdida de brazos y pies que trataba antes, así que debía ser habitual tras un combate. Ahora bien, perder un ojo sigue permitiendo a una persona realizar las mismas tareas dentro de una nave y combatir, puede que en ciertos momentos le suponga una mayor dificultad pero no por ello lo incapacita; de lo cual se deduce que no sería extraño encontrarse con piratas tuertos. Tampoco es demasiado descabellado creer que algunos decidieran tapar con un parche o un pañuelo su ojo, aunque no debió ser un hecho habitual.

Ya explicado esto, vamos a ir a los mitos que rodean el uso de esta prenda. Para empezar se ha creído que su utilización era debida a la necesidad de subir y bajar a la bodega ya que el ojo necesitaba cierto tiempo para adaptarse a la oscuridad que reinaba en tales zonas, gracias a ello se destapaban el parche y ganaban un precioso tiempo en caso de estar en combate. Otros han aventurado que su utilización era para entrenar un ojo a estar a oscuras y así facilitar su visión nocturna, y por tanto tener una mayor probabilidad de éxito en sus asaltos al amparo de la noche.

Aunque pueda tener cierta lógica no existe ninguna fuente histórica que hasta el momento haya tratado acerca de los parches en el ojo y su utilización por los piratas y los marinos de su época.


Fuentes:

EXQUEMELIN, Alexander Oliver. Piratas de América. Madrid: Dastin, Crónicas de América, 2002, 219 p.

GOSSE, Philip. Historia de la Piratería. Sevilla: Renacimiento. Colección Isla de la Tortuga, Serie mayor, 2008, 402 p.

JUÁREZ MORENO, Juan. Corsarios y piratas en Veracruz y Campeche. Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1972, 468 p.

MOREAU, Jean-Pierre. Piratas. Filibusterismo y piratería en el Caribe y en los Mares del Sur (1522-1725). Madrid: Machado Grupo de Distribución, S.L., 2012, 426 p.

PAINE, Lincoln. The sea and civilization. A maritime history of the world. London: AA Knopf, Random House, 2013, 744 p.

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